Se escriben en mi espalda verdades que no encuentro de cara. Como un libro abierto que puedes leer sin que me de cuenta que destripas párrafos que no creía manchados ni en tinta ni en papel.
No lo he dicho, pero lo puedes oir. No lo he escrito, pero lo puedes leer.
Nunca lo he tenido, y me lo puedes robar.
Tengo un verso donde no alcanza mi vista, léelo por mi, en voz alta… o mejor aun… no me digas nada. Deja que sigan siendo palabras furtivas, que si las hubiera querido conocer, las habría escrito de frente, con la mirada en alto y el pulso firme.
Si es un tatuaje en la piel… las yemas de mis dedos lo descubrirán.
Ten cuidado no te pinches al leer, que hay tatuajes que muerden fruta prohibida.
Avisada quedas.